Los Estímulos: Un Niño Prefiere Ser Regañado a No Ser Visto

Semanalmente recibo varias inquietudes de los padres acerca de los comportamientos negativos de sus hijos. En muchas de esas consultas, luego de hacer ciertas preguntas y ahondar en el tema, termino enseñándole a los papás acerca de los estímulos; usualmente la familia halla ahí la respuesta.

¿Pero qué es un estímulo?

Un estímulo es cualquier gesto o acción que hacemos hacia el niño, que implica que reconocemos su presencia; en otras palabras, que es visto. Así como tenemos la necesidad de alimentarnos para continuar con vida, todas las personas (y sobre todo los niños) tenemos la necesidad biológica y psicológica de ser vistas, reconocidas y acariciadas por los demás. Es decir que para un niño, el recibir un gesto de reconocimiento es como nutrirse.

Ahora, no todos los estímulos son necesariamente positivos. Con estímulos positivos me refiero a abrazos, caricias, palabras cariñosas, felicitaciones etc. Pero también existen los estímulos negativos. Estos pueden ser regaños, juicios, llamados de atención, un golpe etc. Con cualquier tipo de estímulo -bien sea positivo o negativo- le estamos dando a entender al niño que hace parte de nuestra vida, que lo vemos, que lo notamos, que tenemos contacto con él y que, sea como sea, no está siendo ignorado.

Se ha comprobado que todos los niños necesitan recibir estímulos; esto les hace saber que son reconocidos y que son parte de la familia. Sus hábitos, su comportamiento, sus creencias y su carácter estarán guiados en gran parte para resolver los siguientes cuestionamientos:

¿Cómo puedo recibir la mayor cantidad de estímulos posibles?

¿Cómo puedo recibirlos cuando yo los quiero?

De esta manera, cuando el niño siente que no está recibiendo los estímulos suficientes, empieza el comportamiento para llamar la atención. El problema está en que muchos niños no saben cómo llamar la atención de maneras positivas; por lo que empiezan a ser dañinos, ruidosos, agresivos, o a tener malos resultados académicos (entre otros comportamientos negativos).

De ahí el título de este artículo: UN NIÑO PREFIERE SER REGAÑADO A NO SER VISTO.

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Otra variable de los estímulos -aparte de ser positivos y negativos- es la condicionalidad o incondicionalidad de estos. A continuación te voy a mostrar los distintos tipos de estímulos y a enseñarte cómo usar cada uno de ellos en beneficio del niño y de la familia en general.

Los Cuatro Tipos de Estímulos

Estímulos Positivos Incondicionales:

Brindar estímulos positivos de manera incondicional significa que estamos ahí, independiente de la circunstancia o de lo que haga el niño, para hacerle saber que lo notamos de manera positiva. De manera frecuente e incondicional (el niño no tiene que hacer nada para ganárselo), lo acariciamos, le damos besos y abrazos, le decimos que lo queremos y lo halagamos por las cosas positivas que tiene.

Este tipo de estímulo debe estar presente siempre, todos y cada uno de los días. Favorece el desarrollo del niño, refuerza su autoestima, lo motiva a salir adelante y a perseverar, a alcanzar sus metas, a tomar iniciativas, a ser más autónomo y a sentirse seguro de sí mismo entre muchos otros beneficios.

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Estímulos Positivos Condicionales:

Estos siguen siendo estímulos positivos (un halago o una muestra de cariño), pero se dan de manera condicional. Es decir que se dan cuando el niño hizo algo para merecerlo: le fue bien en el colegio, ganó un partido, llevó a cabo exitosamente una responsabilidad o tarea. Este tipo de estímulo también es necesario y hace parte del proceso de formación. Mediante este, el niño aprende que cada vez que hace algo de manera correcta, va a recibir un reconocimiento por ello; por lo que se siente orgulloso de sí mismo y se da cuenta que hacer las cosas de la manera correcta vale la pena.

Lo más importante de los estímulos Positivos Condicionales es que siempre estén sobre una base de Positivos Incondicionales. No queremos que el niño crea que sólo es merecedor de amor cuando hace algo bien y, por lo tanto, actúe de manera correcta únicamente para gustar; no porque en realidad eso le haga sentido.

Estímulos Negativos Condicionales:

Ahora pasamos al terreno de los estímulos negativos. Con estos, también le estamos haciendo saber al niño que lo notamos y que lo reconocemos; pero esta vez es de una manera negativa (con regaños, llamados de atención, castigos, gritos, consecuencias, críticas etc). Los negativos condicionales también deben hacer parte de todo proceso de formación e igualmente deben ir sobre una base de estímulos positivos.

Estos le hacen ver al niño, cada vez que se equivoca, que hizo algo mal y que sus errores traen consecuencias. Los Estímulos Negativos Condicionales disuaden al niño de ir en la dirección incorrecta. Es muy importante que, aún cuando el estímulo sea negativo, nunca se salga del marco de respeto que todo niño merece. Un estímulo negativo puede ser tan respetuoso o tan irrespetuoso como cada uno elija.

Estímulos Negativos Incondicionales:

Este es el único tipo de estímulo que a toda costa debemos evitar.  Como su nombre lo indica, significa reconocer negativamente al niño, haga lo que haga. Sin siquiera detenernos a pensar y casi de manera automática, terminamos criticándolo, regañándolo o juzgándolo. No importa lo que haga el niño, para sus papás siempre va a estar mal.

Es muy triste ver cómo algunos papás adoptan estos estímulos negativos de manera incondicional, haciendo que su hijo crea que no hace nada bien, que todo en él es malo y que no logrará sacar adelante ningún reto que se proponga. Es común ver, en casos de baja autoestima en niños, la alta dosis de Estímulos Negativos Incondicionales que recibe.

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Así que para resumir: ¿Cómo hago para fomentar el buen comportamiento de mi hijo basándome en los estímulos?

1. Haz que tu hijo se sienta visto. Dale toda la atención y el reconocimiento que puedas (estímulos). Piensa cuánto tiempo estás con él; y no solo en cuanto a la cantidad sino a la calidad. Reflexiona sobre cómo es tu comportamiento cuando pasan tiempo juntos ¿te la pasas en otros asuntos o tienes tu cabeza en otra parte? Recuerda que si él se siente ignorado (si no recibe los estímulos que necesita), hará lo que sea necesario para ser visto.

Recuerda también que por lo general los niños no saben llamar la atención de maneras positivas; por lo que empiezan a ser ruidosos, dañinos, maleducados o a desarrollar problemas académicos y disciplinarios para lograr recibir dicha atención.

2. Da muchos Estímulos Positivos Incondicionales. Todos los días, sin importar qué esté pasando, dile que lo amas, dale abrazos, besos y muestras de cariño. Él debe entender que, independiente de las circunstancias, es merecedor de amor.

3. Utiliza estratégicamente los Estímulos Positivos Condicionales y los Negativos Condicionales. De esta manera el niño aprende que será reconocido y premiado cuando hace algo bien y, que sus actos negativos, también tienen consecuencias que debe asumir.

4. Evita a toda costa los Negativos Incondicionales. Nunca lo critiques, lo regañes ni lo juzques porque sí. Siempre debe haber un motivo, lo suficientemente válido, para dar un estímulo negativo.

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En conclusión, siempre he dicho que los padres somos quienes fomentamos ciertos comportamientos en los niños (positivos o negativos). De hecho, en mis consultas de coaching, es muy común que los niños no lleguen a involucrarse activamente en el proceso y que con algunos cambios de los padres -en cuanto a su manera de abordar la crianza de los hijos- terminemos en mejorías notorias en los niños.

Los estímulos son un gran punto de partida para que empecemos a reflexionar sobre cómo está siendo nuestra actitud hacia ellos y qué cambios podemos hacer para que su educación sea mucho más positiva. Espero que este artículo sea una buen punto de partida para ti.

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1 respuesta

  1. Leidy dice:

    Gracias por este artículo me ha dejado una gran enseñanza y veo k el problema no son ellos somos los padres

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